En Cataluña es costumbre que por Pascua los padrinos le regalen a su ahijado una tarta de chocolate, llamada mona de Pascua, que normalmente suele venir acompañada con algún muñequito o detalle. Aunque yo soy de Bilbao, mi marido es catalán, y tenemos una ahijada preciosa, y aunque no estemos en Cataluña, nos gusta mantener la tradición. Normalmente la mona se compra, y hay algunas que son auténticas obras de arte, pero en mi caso decidí hacerla yo y que los muñecos fuesen de Peppa Pig, que a la homenajeada le encanta.
Esta vez no es una tarta de fondant, quería que fuese entera de chocolate, bizcocho y buttercream de chocolate, la perdición de los más golosos. Aunque rica, es muy contundente, mejor en dosis pequeñas y repetir si es necesario. Y aunque en mi caso ha sido por Pascua, creo que es una buena idea como tarta de cumpleaños infantil.
Este es el aspecto original, justo después de haber hecho la decoración con la manga pastelera. Me hubiese gustado hacer una decoración más elaborada, tenía otras ideas en mente, pero por contratiempos tuve que amoldarme y hacer algo más sencillo.
Pero ni el bizcocho, ni la buttercream, ni haber rechupeteado la manga pastelera, lo mejor ha sido la cara de mi ahijada al ver la tarta al grito de "¡¡Peppa Pig!!".
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